INFORME DE GEOPOLÍTICA

I. BREVE INTRODUCCIÓN

La escena internacional de las últimas 24 horas encadena varios planos de una misma partida estratégica. En Ucrania, Washington proclama que el acuerdo está “muy cerca”, Moscú exige “cambios radicales” y Zelenski resiste cualquier fórmula que consagre el botín territorial ruso. Es el momento más peligroso de toda negociación de guerra: cuando se vislumbra la paz, las partes tensan al máximo para comprobar hasta dónde está dispuesto a ceder el otro, con Europa temiendo una “paz fea” que sacrifique principios por rapidez.

Al mismo tiempo, la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Trump suaviza el lenguaje hacia Rusia y habla de “estabilidad estratégica”, mientras presenta la guerra de Ucrania como expediente a cerrar para concentrarse en el verdadero desafío sistémico: China. Moscú aplaude, Europa observa con una mezcla de inquietud y resignación.

En Asia-Pacífico, Pekín responde con hechos: un portaaviones que lanza un centenar de salidas aéreas en torno a Japón y cazas que apuntan su radar de tiro contra aviones japoneses, normalizando la intimidación en el entorno de Okinawa y, por extensión, de Taiwán.

En paralelo, se reabre la guerra fronteriza entre Tailandia y Camboya, un golpe de Estado fallido sacude Benín, Alemania intenta comportarse por fin como potencia estratégica frente a China, la “segunda fase” del plan para Gaza entra en la zona de decisiones, la Casa Blanca endurece su política migratoria sobre la comunidad somalí de Minnesota y la crisis venezolana se convierte en banco de pruebas de una doctrina de presión máxima en el Caribe.

Todo ello dibuja un patrón claro: se acaba la ambigüedad estratégica y vuelve la disuasión dura. La cuestión ya no es si Occidente usará su poder, sino si sabrá hacerlo con inteligencia, sin vender su alma en un mal acuerdo y sin dejar vacíos que otros llenarán encantados.

II. DIEZ NOTICIAS CLAVE (HECHOS + IMPLICACIONES)

1. Ucrania: un acuerdo “muy cerca” que puede ser una paz inaceptable

Hechos

  • El enviado de Trump para Ucrania, Keith Kellogg, afirma que el acuerdo de paz está “realmente cerca” y que solo quedan dos grandes puntos por cerrar: el futuro del Donbás y el control de la central nuclear de Zaporiyia.

  • Borradores filtrados del llamado “Plan Kellogg” apuntan a congelar las líneas actuales, con Rusia reteniendo en torno a una quinta parte del territorio ucraniano y una relación con la OTAN fuertemente limitada durante años.

  • Zelenski califica las conversaciones con Estados Unidos de “constructivas pero nada fáciles”, subraya que no aceptará cesiones territoriales sin respaldo interno y anuncia consultas intensas con socios europeos.

  • Mientras tanto, el Kremlin insiste en que hacen falta “cambios radicales” al borrador, pero sin cerrarle la puerta, señal inequívoca de que ya se mueve en un terreno que considera negociable.

Implicaciones

Cualquier acuerdo que valide la anexión por la fuerza y congele la ocupación de cerca del 20 % de Ucrania sería un precedente devastador para la seguridad europea y el orden internacional. Sería la confirmación de que, con paciencia y brutalidad, se pueden cambiar fronteras en Europa. La presión de Washington para “cerrar el expediente” choca con el interés vital de Kiev y con la responsabilidad de una Europa que no puede limitarse a asentir.

La única salida compatible con una visión seria y responsable del atlantismo pasa por: garantías de seguridad robustas, presencia militar aliada a largo plazo, compromisos claros de rearme europeo y un mecanismo formal de no reconocimiento de la ocupación. La paz debe reducir riesgos, no premiar el revisionismo armado ni transmitir a Pekín la idea de que los hechos consumados salen gratis.

2. Nueva estrategia de seguridad en EE. UU.: Moscú aplaude, Europa contiene la respiración

Hechos

  • El Kremlin celebra que la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Trump “concuerda en gran medida” con su visión del mundo y, sobre todo, con la idea de “estabilidad estratégica” entre Washington y Moscú.

  • El documento rebaja el tono hacia Rusia, la desplaza como amenaza prioritaria y concentra la atención en China, mientras insiste en que la guerra de Ucrania debe cerrarse pronto para reordenar recursos.

  • Varios aliados europeos expresan en privado el temor a que este giro derive en un “reset” encubierto con Moscú, justo en plena negociación sobre Ucrania.

Implicaciones

Hablar con Moscú sobre control de armamentos y estabilidad nuclear es imprescindible; blanquear su agresión en Ucrania no lo es. El entusiasmo ruso por el nuevo texto no es casual: el Kremlin lo interpreta como oportunidad para consolidar sus ganancias y seguir presentando a Europa como eslabón débil de la cadena occidental.

Si Washington se inclina hacia un realismo transaccional sin contrapeso, la responsabilidad de Europa se multiplica. El viejo reflejo de mirar a la Casa Blanca en busca de una brújula ya no basta: Berlín, París, Varsovia y las capitales del Báltico tendrán que sostener, también políticamente, una postura firme frente al putinismo aunque el viento en Washington sople hacia la acomodación.

3. Venezuela: cierre del espacio aéreo y consolidación de la Operación Southern Spear

Hechos

  • Trump ha declarado en redes que el espacio aéreo “sobre y alrededor” de Venezuela debe considerarse “cerrado en su totalidad”, sin detallar por vías oficiales cómo se aplica esa orden, lo que ha generado una mezcla de confusión y pánico en Caracas.

  • La operación Southern Spear, un despliegue naval y aéreo masivo contra el narcotráfico en Caribe y Pacífico oriental, incluye ya cerca de una docena de buques y hasta 12 000 efectivos, con ataques a embarcaciones que Washington vincula a redes de narco-terrorismo.

  • Venezuela denuncia una “amenaza colonial” y ha revocado licencias a varias aerolíneas, mientras las últimas compañías extranjeras suspenden vuelos por razones de seguridad y por la creciente interferencia en las señales de navegación.

Implicaciones

El cierre de facto del espacio aéreo venezolano y la intensificación de Southern Spear son la primera aplicación a gran escala de una doctrina de presión máxima en el Hemisferio Occidental. Desde una perspectiva que no se engaña sobre la naturaleza mafiosa, narcoterrorista y pro-iraní del régimen chavista, era cuestión de tiempo que la paciencia se agotara. Pero la contundencia no exime de prudencia.

La maniobra tiene ventajas claras: aisla a la cúpula chavista, golpea sus rutas logísticas y fuerza a Moscú y Pekín a medir hasta dónde están dispuestos a arriesgar por mantener a un peón agotado. El riesgo reside en un incidente armado —un derribo, un choque naval— que obligue a Washington a responder militarmente y precipite una crisis humanitaria monumental. La firmeza es necesaria; el aventurerismo, suicida.

4. China-Japón: portaaviones, radar de tiro y normalización de la intimidación

Hechos

  • El portaaviones chino (grupo de combate completo) ha realizado en torno a 100 despegues y aterrizajes de sus cazas en las últimas 48 horas cerca de la cadena de islas del suroeste japonés, avanzando hacia el Pacífico al este de Okinawa.

  • Japón denuncia dos incidentes en los que cazas chinos dirigieron su radar de control de tiro —el paso previo al uso de misiles— contra aviones de las Fuerzas de Autodefensa, calificándolos de “peligrosos” y “extremadamente lamentables”.

  • Pekín niega las acusaciones, afirma que era “entrenamiento rutinario” y acusa a los aparatos japoneses de poner en peligro la seguridad de vuelo al aproximarse demasiado al grupo naval.

Implicaciones

Iluminar con radar de tiro un aparato vecino no es un juego simbólico: obliga a ese avión a comportarse como si estuviera a segundos de ser atacado. Es un escalón más en la escalada calculada de Pekín, que pretende acostumbrar a Japón, Taiwán y Estados Unidos a un nivel de tensión militar permanente en su periferia.

Para Tokio, la respuesta debe ser firme pero serena: transparencia, protestas diplomáticas sin ambigüedad y refuerzo de la coordinación con Estados Unidos. Para Europa, el mensaje es sencillo: la disputa por el equilibrio del siglo XXI se libra también sobre el cielo de Okinawa. Ignorarla es renunciar a entender el mundo en el que vivimos.

5. Tailandia lanza ataques aéreos contra Camboya: colapso de un alto el fuego frágil

Hechos

El ejército tailandés ha lanzado ataques aéreos a lo largo de la disputada frontera con Camboya, en la provincia de Ubon Ratchathani, tras denunciar que fuego camboyano mató a un soldado e hirió a otros cuatro.

Los combates reavivan un conflicto que ya causó al menos 48 muertos y unos 300 000 desplazados en julio, antes de una tregua auspiciada por Trump y el primer ministro malasio Anwar Ibrahim.

Tailandia anuncia evacuaciones masivas (cientos de miles de civiles) y acusa a Camboya de lanzar cohetes BM-21 contra áreas civiles; Phnom Penh lo niega y se presenta como víctima de agresión.

Implicaciones

El rebrote confirma que los acuerdos sin arquitectura política, verificación seria ni desminado efectivo son meros paréntesis. Para Estados Unidos, que se había apuntado el tanto del alto el fuego, es un toque de atención incómodo; para China, una oportunidad de presentarse como mediador alternativo y de profundizar su influencia sobre Phnom Penh.

Permitir que dos socios de Occidente se desangren por una disputa fronteriza de raíz colonial, en pleno corazón de la ASEAN, es un regalo estratégico a Pekín. Hace falta una mediación a tres bandas (ASEAN-EE. UU.-UE) que contenga los reflejos nacionalistas de Bangkok y la creciente dependencia camboyana de China.

6. Benín: golpe frustrado y aviso serio para el Golfo de Guinea

Hechos

  • El presidente de Benín, Patrice Talon, anuncia que gobierno y fuerzas armadas han frustrado un intento de golpe protagonizado por un grupo de soldados que llegó a aparecer en la televisión estatal proclamando su destitución.

  • Talon promete castigos ejemplares, elogia la lealtad del resto del ejército y sitúa el episodio en un contexto regional marcado por golpes exitosos en Níger, Burkina Faso, Mali o Guinea.

Implicaciones

Que el golpe haya fracasado no reduce la gravedad del síntoma: el virus golpista del Sahel intenta saltar a las democracias costeras. Benín es pieza clave para la logística regional, la lucha contra el yihadismo y la seguridad del Golfo de Guinea, cada vez más importante para la energía y el comercio europeos.

Dejar solo a Cotonú sería un error de bulto. Se impone una combinación de apoyo en seguridad, inteligencia y desarrollo, condicionada a reformas reales y respeto al Estado de derecho. Cada democracia que se salva en África occidental es un dique frente a los regímenes militares prorrusos y frente a las redes de yihadismo y crimen organizado.

7. Alemania endurece su postura ante China y viaja a Pekín

Hechos

  • El ministro de Exteriores alemán, Johann Wadephul, viaja a China en su primera visita oficial en un momento en que Berlín endurece su posición sobre las prácticas comerciales chinas y su dependencia de tierras raras, acero y semiconductores.

  • Alemania ha creado una comisión de expertos para revisar las dependencias críticas y se alinea con la UE en el refuerzo de los instrumentos de defensa comercial frente a la sobrecapacidad china.

Implicaciones

Durante años, Berlín fue el eslabón más ingenuo del triángulo transatlántico respecto a China. Que hoy hable el lenguaje de la “reducción de riesgos” es una buena noticia, aunque llegue tarde y con una industria profundamente expuesta.

Si Alemania persevera, la UE podrá pasar de sermonear a actuar: condicionar el acceso a su mercado, proteger sus capacidades tecnológicas y reducir su vulnerabilidad frente a un régimen que combina mercantilismo agresivo y ambiciones estratégicas muy claras. Es el fin práctico del viejo Wandel durch Handel; la realidad de seguridad se impone por fin a la ilusión.

8. Gaza: Netanyahu y Trump preparan la “segunda fase”

Hechos

  • Netanyahu anuncia que se reunirá con Trump a finales de mes para cerrar la “segunda fase” del plan respaldado por Estados Unidos para Gaza, centrada en la desmilitarización de la Franja y el desarme de Hamás.

  • La primera fase, casi concluida, ha implicado el intercambio de 20 rehenes vivos y 27 cuerpos por unos 2 000 prisioneros y detenidos palestinos, con Israel manteniendo el control sobre más de la mitad de Gaza.

Implicaciones

Hamás es una organización terrorista responsable de atrocidades masivas; su desarme y derrota política son condición sine qua non para cualquier paz real. Pero la estabilidad no se construye solo con líneas de alto el fuego y tecnicismos de seguridad. Hace falta una arquitectura de gobernanza palestina responsable, presencia árabe moderada y un marco regional que incentive a los actores sensatos y reduzca el margen de maniobra de Irán y sus peones.

El enfoque pragmático de Trump ha demostrado que, cuando se conjugan presión y realismo, se pueden lograr avances. El riesgo ahora es quedarse en un arreglo interino que convierta Gaza en un protectorado de facto sin horizonte político claro, terreno fértil para que los extremistas reconstruyan su relato.

9. Minnesota: la ofensiva migratocia sobre la comunidad somalí

Hechos

El “zar de la frontera”, Tom Homan, defiende la intensificación de las operaciones de inmigración contra somalíes en Minnesota, alegando una gran presencia de inmigrantes irregulares, sin aportar datos verificables.

Niega que las operaciones respondan directamente a las declaraciones de Trump, que llamó “basura” (“garbage”) a algunos inmigrantes somalíes, pero asume el endurecimiento general del enfoque.

La congresista Ilhan Omar y el alcalde de Minneapolis recuerdan que la mayoría de la comunidad somalí son ciudadanos estadounidenses y denuncian una campaña de estigmatización.

Implicaciones

La seguridad fronteriza y la lucha contra el terrorismo yihadista —incluidas las gravísimas acusaciones de desvío de fondos a Al Shabab— son prioridades legítimas. Pero la defensa del Estado de derecho exige distinguir con precisión entre criminales, radicales y comunidades enteras.

La respuesta responsable no es el buenismo identitario que cierra los ojos ante el extremismo, ni el populismo punitivo que criminaliza a todo un colectivo, sino un equilibrio exigente: tolerancia cero con el terrorismo y sus apoyos, y tolerancia cero con el racismo, la islamofobia y la discriminación. Ese es el terreno del centro democrático en el que hay que dar la batalla cultural.

10. Publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU.

Dada la gran importancia de esta noticia presentamos a continuación un análisis ampliado.

Hechos

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) de Estados Unidos, firmada en noviembre de 2025 y hecha pública a comienzos de diciembre, supone un giro doctrinal claro respecto a documentos anteriores, tanto republicanos como demócratas. El texto abandona el lenguaje que presentaba a Rusia como “amenaza directa” y la reubica como potencia con la que hay que “restaurar la estabilidad estratégica”, mientras define a la República Popular China como el rival sistémico principal y coloca al hemisferio occidental en el centro de las prioridades de Washington.

La NSS se articula en torno a un concepto de “realismo flexible” (flexible realism) y proclama la intención de “reconstituir y aplicar” una versión actualizada de la Doctrina Monroe, con un “corolario Trump”: negar a potencias no hemisféricas la posibilidad de desplegar fuerzas o controlar activos estratégicos en el continente americano. En la práctica, esto se traduce en la voluntad de expulsar o reducir la presencia rusa, china e iraní en América Latina y el Caribe, y de concentrar recursos militares en el control del espacio hemisférico y la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.

El documento, según los análisis de centros como el Council on Foreign Relations, rebaja de manera significativa el peso del discurso sobre “defensa de la democracia” y “promoción de la libertad” como eje de la política exterior estadounidense, sustituyéndolo por una lógica de intereses duros, equilibrio de poder y reparto de cargas con los aliados. Se critica expresamente a los socios europeos por “sobrerregularse” y no invertir lo suficiente en defensa, y se les insta a asumir una mayor responsabilidad militar en su continente mientras Estados Unidos pivota hacia Asia-Pacífico y refuerza el control sobre su propio hemisferio.

En este contexto, el capítulo dedicado a Rusia no la describe ya como enemigo existencial, sino como actor con el que Washington debe recomponer un marco de “estabilidad estratégica” que incluya control de armamentos, gestión de riesgos nucleares y, sobre todo, un final negociado a la guerra de Ucrania. La Estrategia vincula explícitamente ese objetivo con la necesidad de liberar recursos políticos, militares y presupuestarios para la gran competencia con China.

La reacción del Kremlin ha sido inusualmente efusiva. Portavoces oficiales –incluido Dmitri Peskov– han afirmado que la Estrategia es “en gran medida coherente” con la visión rusa del orden internacional, han celebrado la referencia a la estabilidad estratégica y, en particular, el énfasis en atender “las preocupaciones legítimas de Rusia sobre la expansión de la OTAN”. Peskov llega a decir que el documento se alinea con la idea de un mundo de “esferas de influencia” compartidas entre grandes potencias, siempre que Estados Unidos “contenga a su deep state”.

Medios europeos y analistas atlantistas han subrayado que esta es probablemente la primera vez en décadas que Moscú saluda públicamente una Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense, algo que contrasta con las reacciones de 2017 o 2022, cuando Rusia era descrita sin ambages como actor revisionista y amenaza principal para Europa. Paralelamente, informes de agencias como Reuters y la BBC recogen la inquietud en varias capitales europeas ante el hecho de que Washington deje de catalogar a Rusia como amenaza directa en plena negociación de un plan de paz para Ucrania que muchos temen pueda convertirse en un “acuerdo feo” a costa de Kiev.

Implicaciones

Para una mirada atlantista y europeísta seria, el dato esencial no es solo lo que dice la Estrategia, sino quién la aplaude. Que el Kremlin reciba con entusiasmo una NSS de Estados Unidos es, en sí mismo, una señal de alarma estratégica. Moscú lee el texto como confirmación de tres cosas: que Washington quiere cerrar cuanto antes el frente ucraniano, que está dispuesto a modular su discurso sobre Rusia para evitar una confrontación simultánea con Pekín, y que Europa seguirá dependiendo, durante un tiempo, de un paraguas de seguridad cada vez menos prioritario en la agenda estadounidense.

El riesgo central es que Rusia interprete este giro no como una reorganización de prioridades globales, sino como una antesala a un acuerdo sobre Ucrania que congele sus conquistas territoriales y consagre, en la práctica, su revisionismo. Si la NSS se traduce en una negociación que deje a Moscú con cerca de una quinta parte de Ucrania en su poder, reconocida de facto aunque no de iure, el mensaje enviado al mundo será devastador: se puede invadir, destruir y anexionar partes de un país europeo y, con paciencia y brutalidad suficientes, terminar siendo tratado de nuevo como socio respetable.

La línea roja, por tanto, debe ser diáfana: hablar con Moscú de estabilidad estratégica es no solo legítimo, sino necesario; lo que no puede aceptarse es que la fatiga de Occidente se convierta en moneda de cambio a costa de la integridad territorial ucraniana y de la seguridad de Europa central y oriental. La disuasión creíble frente a Rusia no se basa en la retórica, sino en tres pilares: mantener sanciones y aislamiento diplomático mientras persista la ocupación; reforzar la presencia militar aliada en el flanco este; y dejar muy claro, en la práctica y no solo en los discursos, que ninguna “esfera de influencia” puede construirse sobre ruinas y cementerios ucranianos.

Al mismo tiempo, sería ingenuo ignorar la lógica estructural que subyace a la Estrategia. Estados Unidos percibe, con razón, que el desafío chino —tecnológico, militar, económico e ideológico— es más profundo y sistémico que el ruso. La NSS intenta, en el fondo, evitar que Rusia se convierta en un mero vasallo de Pekín y empujarla hacia una relación de rivalidad gestionada con Washington. Desde un punto de vista estrictamente geopolítico, la idea de impedir una alianza plena Moscú–Pekín tiene su lógica. Pero el diablo está en el detalle: ¿qué precio exacto se está dispuesto a pagar para conseguir ese desacoplamiento parcial? Si el precio es la mutilación permanente de Ucrania, el remedio será peor que la enfermedad.

En este escenario, Europa deja de ser mero espectador y pasa, le guste o no, al primer plano. La NSS critica con dureza la falta de gasto en defensa y la complacencia regulatoria de la Unión, al tiempo que exige a los aliados europeos asumir más responsabilidades. Esa crítica tiene una parte de verdad incómoda: durante décadas, demasiados gobiernos europeos han preferido invertir en bienestar con deuda barata mientras externalizaban la seguridad en Estados Unidos. Ahora, cuando Washington mira cada vez más a Asia y al hemisferio occidental, el tiempo de los atajos se ha acabado. O Europa construye rápidamente un pilar militar y tecnológico digno de ese nombre, o será tratada —también por sus amigos— como una pieza secundaria en un mundo de gigantes.

Hay, además, un elemento de batalla cultural. El texto habla de “erosión civilizacional” en Europa y dibuja una imagen de un continente fatigado, enredado en debates internos, capturado por discursos posmodernos y poco dispuesto a defender sus propios valores. Que esa caricatura tenga parte de base real no significa que deba aceptarse sin matices. La mejor respuesta europea no es la indignación retórica, sino la demostración práctica de que el modelo de democracia liberal representativa, economía social de mercado y Estado de derecho puede combinar firmeza estratégica con cohesión interna y prosperidad. Es decir, exactamente lo contrario de la caricatura de decadencia que dibujan, por motivos distintos, tanto los populismos antioccidentales como algunos halcones estadounidenses.

Finalmente, la reactivación de la Doctrina Monroe en clave siglo XXI tiene implicaciones que van más allá del continente americano. Si Washington se reserva explícitamente el derecho a impedir la presencia estratégica de China y Rusia en el hemisferio occidental, será difícil argumentar que esas potencias no intenten, a su vez, consolidar sus propias “zonas de exclusión” en Europa oriental o en Asia-Pacífico. Por eso es tan importante que la respuesta occidental no consista en legitimar un reparto tácito de esferas de influencia, sino en defender un principio básico: los países, grandes o pequeños, tienen derecho a elegir sus alianzas sin ser reducidos a fichas en un mapa imperial. Esa es la verdadera prueba de coherencia para una política exterior que se reivindica como defensa de un orden basado en reglas, y no en la mera ley del más fuerte.

III. INFORME ESPECIAL SOBRE LA VENTA DE CHIPS DE NVIDIA A CHINA

Vender chips avanzados de Nvidia a China tiene beneficios económicos claros a corto plazo, pero riesgos estratégicos y geopolíticos significativos a medio y largo plazo, especialmente en poder militar, dependencia tecnológica y equilibrio de la carrera de IA.

Impacto económico

  • Para Nvidia y el sector estadounidense, el acceso al mercado chino supone decenas de miles de millones de dólares en ingresos potenciales; las restricciones recientes han implicado pérdidas anuales estimadas en torno a 10–15 mil millones solo para Nvidia.

  • Para China, comprar chips de Nvidia acelera el despliegue de centros de datos e infraestructuras de IA, evitando años de inversión y prueba‑error en soluciones domésticas menos eficientes.

Consecuencias tecnológicas y de IA

  • El acceso estable a GPUs punteras (series A100/H100/H200 y sucesores) permitiría a empresas y laboratorios chinos entrenar modelos fundacionales más grandes, rápidos y baratos, reduciendo la brecha con Estados Unidos y sus aliados.

  • Limitar las ventas ha ralentizado parcialmente el acceso chino al “estado del arte”, pero también ha incentivado una fuerte aceleración de alternativas locales (Huawei, SMIC, etc.), reduciendo a medio plazo la dependencia de tecnología occidental.

Dimensión militar y de seguridad

  • Los chips de Nvidia son tecnología claramente de doble uso: la misma capacidad que impulsa modelos de lenguaje sirve para simulaciones militares, optimización logística, sistemas autónomos y aplicaciones de guerra electrónica.

  • Aunque las restricciones intentan cortar el acceso militar directo, parte del hardware acaba llegando al ecosistema de defensa chino vía terceros países o compras encubiertas, lo que limita la eficacia del control pero encarece y ralentiza su escalado.

Repercusiones geopolíticas

  • Permitir ventas amplias refuerza la interdependencia económica pero debilita la palanca estratégica de Estados Unidos en la “guerra de chips”, facilitando que China alcance antes una posición de casi paridad en capacidades de IA avanzadas.

  • Restringir o cortar ventas erosiona ingresos de las tecnológicas estadounidenses y empuja a China hacia una autonomía acelerada en semiconductores, reconfigurando cadenas globales y alineando más estrechamente a Pekín con otros proveedores y socios alternativos.

Efectos en el liderazgo tecnológico occidental

  • Vender chips preserva la posición de Nvidia como estándar de facto mundial en hardware de IA, manteniendo su ecosistema de software (CUDA, librerías, frameworks) como columna vertebral global.

  • Controles demasiado duros pueden “disparar en el pie” a la industria occidental: reducen escala, margen para reinvertir en I+D y abren espacio para que el stack tecnológico chino gane peso en mercados emergentes fuera del bloque occidental.

IV. RACK DE MEDIOS

  • Prensa anglosajona de referencia (NYT, Washington Post, FT, WSJ, The Economist, Politico, The Hill):

    Subrayan el triángulo Ucrania–Estrategia de Seguridad–China. Temor explícito a una “ugly deal” para Europa, a una paz que consolide la ocupación rusa y a una deriva excesivamente transaccional con Moscú en nombre del gran pivote anti-China.

  • Medios europeos (Le Monde, Le Figaro, FAZ, Die Welt, Die Zeit, Corriere, BBC, AFP, DPA):

    Insisten en la incomodidad de las capitales de la UE ante un Washington más duro y más frío, y leen el viaje de Wadephul a Pekín como síntoma de un despertar tardío frente a las dependencias críticas de China.

  • Prensa asiática (Yomiuri, Straits Times, South China Morning Post, China Daily, The Times of India, Hindustan Times):

  • Foco en la escalada naval y aérea entre China y Japón, el radar de tiro y los vuelos intensivos del portaaviones, y en el rebrote de la guerra en la frontera Camboya-Tailandia, con atención especial a cómo reaccionan Estados Unidos y la ASEAN.

  • Medios rusos y afines (RT, TASS, ecosistema pro-Kremlin):

    Presentan la nueva Estrategia de Seguridad de EE. UU. como una victoria de su narrativa, destacan que “ya no se nos denomina amenaza” y alimentan la idea de un Occidente cansado que busca una salida a Ucrania casi a cualquier precio.

  • Oriente Medio (Haaretz, Israel Hayom, Jerusalem Post, Al-Jazeera, Al-Arabiya, Asharq al-Awsat):

    Dividen su atención entre la “segunda fase” del plan para Gaza, la pugna permanente entre Israel e Irán (con sus proxies en Gaza, Líbano y Yemen) y el impacto regional de un eventual gran acuerdo en Ucrania que reacomode relaciones entre Washington y Moscú.

  • Américas y África (Reuters, AP, medios argentinos y brasileños, AFP África, BBC África):

    Narran la ofensiva económica y política de Milei en Argentina, la fragilidad brasileña, el golpe fallido en Benín y las consecuencias humanas y estratégicas de los conflictos olvidados en el Sahel y Sudán.

  • Estados Unidos – batalla cultural interna (Reuters, CNN, Fox News, Washington Times, Al-Jazeera):

    Cubren la ofensiva de Homan en Minnesota desde prisas opuestos: prioridad de “ley y orden” para unos, racismo y persecución selectiva para otros, con la figura de Ilhan Omar como símbolo de esa fractura.

IV: SEMÁFORO DE RIESGOS

Rojo – Ucrania y arquitectura de seguridad europea

Riesgo altísimo de una paz mal diseñada que legitime la agresión rusa, fracture la unidad occidental y envíe a futuros agresores el mensaje de que la fuerza funciona si se persevera.

Rojo – Indo-Pacífico (China–Japón–Taiwán)

La combinación de portaaviones, vuelos masivos y radar de tiro sitúa la relación en una pendiente peligrosísima, donde un error de cálculo puede desencadenar una crisis militar mayor.

Rojo – Venezuela / Caribe (Operación Southern Spear)

El cierre del espacio aéreo y el aumento de los ataques a presuntas narcolanchas elevan el riesgo de incidente armado y de desestabilización súbita del régimen, con impacto directo en flujos migratorios y en la seguridad regional.

Ámbar intenso – Sudeste Asiático (Tailandia–Camboya)

Guerra fronteriza con aviación de combate y artillería pesada entre dos socios de Occidente, en una región clave para las cadenas de suministro globales. Si no se contiene, puede abrir una brecha que Pekín aprovechará sin dudarlo.

Ámbar – África occidental / Golfo de Guinea

El golpe fallido en Benín confirma la fragilidad institucional de la región; cada intento, aunque fracase, erosiona la confianza y alimenta espacios para yihadistas y actores revisionistas.

Ámbar – EEUU interno (Minnesota y batalla cultural)

La combinación de retórica incendiaria, operaciones migratorias agresivas y fracturas identitarias aumenta el riesgo de polarización extrema y de instrumentalización por parte de actores hostiles.

Verde vigilado – Relación Alemania/UE–China

El giro hacia el de-risking es positivo y necesario; por ahora, el conflicto se mueve en terreno comercial y diplomático, pero el coste económico interno puede provocar tentaciones de marcha atrás.

Oportunidad – Argentina

Si las reformas de Milei consiguen estabilizar la economía y consolidar la caída de la inflación, Argentina puede convertirse en un aliado estratégico de primer orden para Occidente en energía y materias primas críticas.

VI: COMENTARIO EDITORIAL

La era del idealismo ingenuo, de los comunicados solemnes sin músculo detrás, se desvanece. Lo que viene es una fase de “paz caliente” en la que la democracia liberal tendrá que demostrar que no es solo un bonito relato, sino un proyecto político capaz de defenderse.

La apuesta de Washington por cerrar la guerra de Ucrania y reenfocar su estrategia hacia China es comprensible desde la lógica del poder. Pero la forma importa tanto como el fondo. Una paz que deje a Rusia con el botín territorial en la mano, que convierta a Ucrania en un Estado mutilado y que deje a Europa con la sensación de haber sido convidada de piedra sería un triunfo del cinismo geopolítico y una derrota de los valores que Occidente dice encarnar. Se puede ser realista sin abdicar de principios mínimos: no legitimar las anexiones, no premiar la agresión, no tratar a los aliados como piezas prescindibles en una transacción.

En paralelo, el despliegue chino en torno a Japón nos recuerda por qué cualquier concesión al revisionismo territorial es tan peligrosa. Pekín está tanteando milímetro a milímetro la paciencia japonesa y estadounidense, del mismo modo que Rusia puso a prueba la tolerancia europea durante años antes de lanzar su invasión a gran escala. Si se acepta que en Europa se cambian las fronteras por la fuerza, ¿con qué autoridad moral y política se le dirá a China que no puede hacerlo en el mar de la China Meridional o en el estrecho de Taiwán?

En el Hemisferio Occidental, el cierre del espacio aéreo venezolano y la expansión de Southern Spear encarnan otra lección obvia que demasiados prefirieron olvidar: los narco-regímenes aliados de Irán y apoyados por Rusia y China no son un problema local, son una amenaza directa para la seguridad de Estados Unidos, de Europa y de toda Iberoamérica. La democracia no sobrevive si se resigna a convivir eternamente con estados mafiosos que convierten el territorio en plataforma de crimen transnacional y desestabilización. La firmeza frente al chavismo no es una opción ideológica: es una necesidad de seguridad.

Y mientras las grandes potencias mueven sus peones, el mapa se llena de grietas: golpes frustrados en Benín, genocidios olvidados en Darfur, guerras “periféricas” en templos fronterizos de Camboya y Tailandia. Cada una de esas grietas es una invitación abierta a los revisionistas para seguir avanzando. El espacio que niega Occidente —por fatiga, complejos o simple distracción— lo ocuparán sin dudar Rusia, China, Irán y sus redes.

La conclusión es tan sencilla como incómoda: la libertad, el Estado de derecho y la economía de mercado no se sostienen solos. Exigen voluntad política, claridad moral y, cuando es necesario, poder duro. El reto de los próximos meses será evitar dos extremos igualmente suicidas: el apaciguamiento que disfraza de “realismo” la capitulación, y el aventurerismo que confunde firmeza con temeridad. Entre ambos se encuentra el espacio donde deben estar las democracias serias: una posición de fuerza sobria, capaz de disuadir a los depredadores sin renunciar a lo que nos hace distintos de ellos.cont

Claves del día de Jose A. Vizner

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