INFORME DE GEOPOLÍTICA

I. BREVE INTRODUCCIÓN

La escena internacional de las últimas 24 horas está dominada por tres vectores principales:

  1. El intento de la Casa Blanca de cerrar un marco de paz simultáneo para Ucrania y Gaza.

  2. La fragilidad de la economía mundial a las puertas de nuevas decisiones de los bancos centrales.

  3. La erosión silenciosa —pero constante— de los regímenes autoritarios en el espacio postsoviético y latinoamericano.

Los grandes medios anglosajones y europeos, de derechas e izquierdas, coinciden en que vivimos un momento de “alto riesgo, alta oportunidad”: se abren ventanas para consolidar la presión sobre Rusia, Teherán y sus proxies, mientras la economía global camina sobre una cuerda floja más política que estrictamente macroeconómica.

En este tablero, Trump  actúa con su habitual mezcla de pragmatismo crudo y cálculo electoral: mano dura frente al narco y los revisionismos autoritarios, pero sin lanzarse a aventuras militares clásicas que sus bases no están dispuestas a pagar ni en sangre ni en impuestos. Al mismo tiempo, Zelenski intenta cuadrar un plan de paz que salve la integridad territorial de Ucrania frente a la impaciencia de algunas capitales occidentales, mientras Moscú presiona en el frente y radicaliza su régimen interno.

En Gaza, el alto el fuego (ceasefire) es frágil: hay denuncias cruzadas de violaciones del acuerdo y una crisis humanitaria que golpea con especial brutalidad a los niños. El Indo-Pacífico vive una escalada peligrosa con patrullas aéreas conjuntas ruso-chinas alrededor de Japón, mientras AUKUS avanza y la región se consolida como epicentro de la nueva Guerra Fría tecnológica y militar.

En el Caribe, la campaña estadounidense contra las narcolanchas venezolanas se ha convertido en símbolo de una nueva estrategia de presión total sobre el execrable régimen chavista. Y por debajo de todo ello discurre la batalla tecnológica y cultural: decisión australiana de prohibir redes sociales a menores de 16 años, debate sobre los chips de Nvidia, inversiones colosales en India y un espacio mediático occidental cada vez más contaminado por el wokismo y los extremismos identitarios.

En este contexto, nuestra brújula permanece clara: atlantismo firme, europeísmo convencido, rechazo frontal del narcochavismo y de todas las dictaduras —en especial las de Cuba, Nicaragua y Venezuela—, oposición a la agresión rusa en Ucrania, vigilancia permanente frente al expansionismo chino y condena sin matices del terrorismo yihadista en todas sus formas.

II. LAS 10 NOTICIAS MÁS IMPORTANTES DE LAS ÚLTIMAS 24 HORAS

1. Ucrania, entre su propuesta “refinada” y plan de paz de 20 puntos

Hechos

Ucrania prepara, junto a varios socios europeos, una propuesta “refinada” de paz para presentar a Washington, centrada en el Donbás oriental, el tamaño de su ejército y las garantías de seguridad a futuro. Paralelamente, el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, ha regresado a Moscú para presentar la última versión del plan de paz de 20 puntos a Putin, tras intensas consultas con Kiev y capitales europeas.

El esquema que circula plantea un alto el fuego sobre las líneas actuales del frente, sin reconocimiento formal de la anexión rusa pero con importantes concesiones de facto, a cambio de garantías de seguridad reforzadas para Ucrania y un paquete de reconstrucción condicionado. Muchos analistas consideran este diseño excesivamente generoso con Moscú.

Implicaciones

Desde una perspectiva atlantista y de centroderecha liberal, el riesgo es evidente: consagrar de facto la conquista territorial obtenida mediante agresión militar enviaría al mundo el mensaje de que la fuerza paga, minaría décadas de derecho internacional y premiaría el revisionismo autoritario.

La línea roja debe ser inequívoca: ningún acuerdo puede normalizar la ocupación rusa ni dejar a Ucrania sin garantías duras vinculadas a la OTAN y a una “coalición de los dispuestos” capaz de disuadir futuras ofensivas del Kremlin. No se trata de humillar a Rusia, sino de impedir que un régimen cleptocrático y expansionista redibuje las fronteras europeas con tanques, misiles y mercenarios. El falso “realismo” que invita a aceptar el putinismo a cambio de una ilusión de estabilidad no es prudencia: es una invitación a nuevas agresiones, desde el Báltico hasta el Mar Negro.

2. Gaza: alto el fuego frágil y una paz incómoda en construcción

Hechos

En Gaza se mantiene una “primera fase” de alto el fuego: retirada escalonada de fuerzas israelíes hasta una “línea amarilla” negociada, liberación de rehenes a cambio de excarcelaciones masivas de presos palestinos y supervisión directa de Estados Unidos sobre el terreno.

Hamas denuncia centenares de supuestas violaciones del acuerdo por parte de Israel, mientras el Gobierno israelí acusa a la organización terrorista de ataques contra sus tropas y justifica operaciones de represalia. En El Cairo y otras capitales árabes se discute el modelo de gobernanza post-Hamas, con participación de facciones palestinas no yihadistas y papel relevante de Egipto, Qatar y Turquía. UNICEF y agencias humanitarias alertan de una desnutrición infantil “chocantemente elevada” pese al aumento relativo de la ayuda.

Implicaciones

Para una línea editorial frontalmente opuesta al terrorismo islamista, la clave es evitar que esta paz incómoda se convierta en una simple pausa técnica que permita a Hamas rearmarse bajo otras siglas. Cualquier fórmula de administración de Gaza debe excluir a las milicias pro-iraníes, cortar la financiación procedente de Teherán y Doha y preservar el derecho de Israel a defenderse.

Eso no excluye, sino que exige, un horizonte de Estado palestino viable, desradicalizado y con instituciones que respondan ante su población, no ante los ayatolás. La narrativa que presenta a Hamas como “resistencia” y a Israel como único agresor es una caricatura peligrosa que traiciona tanto a las víctimas israelíes como a los palestinos que desean vivir en paz y libertad.

3. Rusia: guerra de desgaste, autoritarismo consolidado y coordinación con China en el Indopacífico

Hechos

En el interior de Rusia, el régimen de Putin profundiza su giro personalista: se desmantelan mecanismos de elección directa de alcaldes, se refuerza el control presidencial sobre el poder judicial y se cancelan elecciones parciales incómodas en la Duma.

En el frente, las fuerzas rusas logran avances limitados en sectores como Lyman y Pokrovsk, mientras Ucrania contraataca en zonas de Zaporiya y Oleksandrivka. Todo ello se produce en paralelo a las negociaciones de paz, lo que revela una estrategia clara de Moscú: seguir ganando terreno, aunque sea metro a metro, mientras explota la fatiga de guerra en Occidente.

En el plano internacional, bombarderos rusos TU-95 han participado junto a aviones chinos en patrullas conjuntas alrededor de Japón, provocando el despegue de cazas japoneses. Estados Unidos ha reiterado su apoyo a Tokio, mientras Australia avanza en el programa AUKUS para dotarse de submarinos de propulsión nuclear.

Implicaciones

Pretender “normalizar” el putinismo a cambio de una paz aparente es una temeridad. Aceptar que un régimen que reprime a su población, asesina a opositores, manipula elecciones y agrede a sus vecinos reciba un premio geopolítico es enviar el mensaje de que a los autócratas les compensa apostar por la violencia.

La coordinación militar entre Rusia y China alrededor de Japón demuestra que el desafío es sistémico: no hay compartimentos estancos entre el frente ucraniano y el Indo-Pacífico. Si Ucrania cae en una paz injusta, la lección que sacarán Pekín y otros actores será que Occidente no está dispuesto a pagar el precio de defender el orden liberal basado en reglas.

4. Choque armado Tailandia-Camboya y la prueba para ASEAN

Hechos

Los combates entre Tailandia y Camboya se han prolongado por tercer día consecutivo, con intercambios de artillería, operaciones navales y desplazamientos de población en zonas fronterizas. Ambos gobiernos hablan de “defensa de la integridad territorial” y “operaciones planificadas”, mientras ASEAN expresa su preocupación por el impacto en la estabilidad regional y el comercio.

Trump ha anunciado que intervendrá personalmente, recordando que ya frenó una escalada similar meses atrás mediante una combinación de presión directa y diplomacia telefónica.

Implicaciones

La crisis encaja en un patrón conocido: disputas territoriales históricas, élites nacionales necesitadas de reafirmarse ante sus opiniones públicas y un vacío de arbitraje internacional que potencias como China pueden aprovechar para ofrecer una mediación interesada.

La diplomacia occidental debe apoyar los mecanismos de solución de controversias de ASEAN, reforzar la presencia política y ofrecer una alternativa a la chequera y el veto chino. El Indo-Pacífico corre el riesgo de convertirse en un mosaico de conflictos congelados donde Pekín amplía su influencia, puerto a puerto y base a base.

5. Campaña de EE. UU. contra narcolanchas venezolanas y agenda doméstica de Trump

Hechos

Estados Unidos ha intensificado su campaña militar contra lanchas rápidas de presuntos narcotraficantes vinculados al régimen de Maduro en el Caribe. Hay un despliegue naval y aéreo significativo, y la Casa Blanca ha deslizado la posibilidad de ampliar las operaciones hacia México y Colombia si fuese necesario para desmantelar las redes de narcotráfico.

El Congreso examina estas operaciones, que han provocado bajas entre tripulantes de las narcolanchas, en paralelo al debate interno sobre el coste de la vida. Trump centra su mensaje doméstico en “hacer América asequible de nuevo” en un contexto de mercado laboral que se enfría e inflación moderada pero persistente.

Implicaciones

Nuestra posición es clara: el chavismo es una narcodictadura mafiosa que ha saqueado Venezuela, ha expulsado a millones de ciudadanos y ha convertido al Estado en plataforma logística del crimen organizado y de regímenes como el cubano o el nicaragüense. Golpear con firmeza sus infraestructuras criminales —incluidas las narcolanchas— es legítimo y moralmente necesario.

La combinación de defensa de la clase media frente al coste de la vida y mano dura contra el narco puede constituir una agenda sólida si se evita el aislacionismo y se mantienen el compromiso atlántico y el apoyo a las democracias aliadas. La línea de vigilancia debe estar en que esa dureza no derive en zonas grises legales o en daños colaterales que alimenten el discurso antiestadounidense de la extrema izquierda latinoamericana.

6. Economía mundial: “resiliencia frágil” y riesgo de complacencia

Hechos

La economía global cierra 2025 con un crecimiento modesto, en torno al 3 %, inflación contenida pero no derrotada y unos mercados financieros que han recuperado parte del terreno perdido. Se espera que la Reserva Federal baje los tipos 25 puntos básicos, mientras el BCE se muestra algo más prudente.

Organismos como el FMI, la OCDE y el Banco Mundial coinciden en que la aparente calma esconde vulnerabilidades: deuda pública elevada, productividad estancada, tensiones comerciales larvadas y una gran dependencia de que no se produzca un choque geopolítico de gran escala.

Implicaciones

Esta “resiliencia frágil” abre una bifurcación: aprovechar la tregua para reformar —aumentar productividad, invertir en innovación, ordenar las finanzas públicas— o malgastarla en promesas populistas y gasto estructural inasumible.

Desde una posición de centroderecha liberal, hay que decirlo sin complejos: el Estado del bienestar solo es sostenible con crecimiento real y disciplina fiscal. La huida hacia adelante de cierta izquierda europea, que actúa como si la deuda no tuviera coste, es una receta perfecta para la próxima crisis. La batalla cultural y la batalla económica están conectadas: un país que desprecia el mérito y demoniza la creación de riqueza termina sin recursos para sostener la solidaridad que proclama.

7. China: desaceleración interna, ambición externa

Hechos

China crece a un ritmo sensiblemente menor que en décadas anteriores, con fuertes desequilibrios en el sector inmobiliario, sobrecapacidad industrial y una combinación de estímulos selectivos, control estatal reforzado y expansión agresiva en comercio e inversión exterior.

El comercio mundial ha repuntado alrededor de un 4 % en 2025, en parte por importaciones adelantadas ante el temor a nuevos aranceles, lo que demuestra hasta qué punto la sombra de la guerra comercial condiciona los flujos globales.

Implicaciones

La ralentización interna no reduce, sino que alimenta, la tentación de Pekín de buscar salidas en el exterior: infraestructuras estratégicas, materias primas críticas, tierras raras, puertos y nodos logísticos en Asia, África e Iberoamérica.

La respuesta occidental no puede limitarse a discursos sobre “des-riesgo” (de-risking). Hay que acompañar esa reducción de dependencias con inversión real, seguridad y ofertas políticas creíbles a socios democráticos del Indo-Pacífico, África y América Latina. Si Occidente no ocupa ese espacio, lo hará la chequera del Partido Comunista Chino, acompañada de sus condiciones políticas y tecnológicas.

8. Eje Estados Unidos-India-Rusia: autonomía estratégica india y gran apuesta digital

Hechos

Putin ha visitado India para reforzar la cooperación energética y militar, mientras Washington presiona a Nueva Delhi para reducir su dependencia del armamento y del petróleo ruso. Los analistas coinciden en que la “amistad estratégica” Moscú–Nueva Delhi vive un declive gestionado: se mantiene el vínculo histórico, pero India diversifica socios hacia Occidente y otras potencias asiáticas.

En paralelo, Amazon anuncia una inversión de más de 35.000 millones de dólares en India, que se consolida como pieza central de la economía digital global y del ecosistema de datos, servicios en la nube e inteligencia artificial.

Implicaciones

Para la agenda atlántica, India es un socio imprescindible pero celoso de su autonomía. Convertirla en pilar del Indo-Pacífico democrático sin exigirle rupturas abruptas con Rusia ni con Irán será una prueba de realismo y de fineza diplomática.

No basta con declamar elogios sobre la “democracia más grande del mundo”: hay que ofrecer tecnología, inversión, cooperación en defensa y un lugar protagonista en la arquitectura de seguridad regional frente al expansionismo chino en el Índico y el Pacífico occidental. Como país que ha conocido de cerca esa realidad, uno sabe que la India no se deja tutelar: se respeta, se convence y se acompaña.

9. Guerra tecnológica: chips de Nvidia, ciberagresión rusa y regulación de redes sociales

Hechos

Estados Unidos ha presentado nuevos cargos federales contra un ciudadano ucraniano acusado de participar en ciberataques respaldados por Rusia contra infraestructuras críticas. Al mismo tiempo, la administración Trump ha autorizado a Nvidia a vender a China chips avanzados H200, diseñados para aplicaciones de inteligencia artificial, con la condición de que el Tesoro reciba el 25 % de los ingresos generados.

Australia ha puesto en marcha la primera prohibición mundial de redes sociales para menores de 16 años. La normativa obliga a plataformas como X (antes Twitter) a aplicar mecanismos de verificación de edad y restringir el acceso de menores.

Implicaciones

La guerra híbrida se ha convertido en herramienta esencial del Kremlin para erosionar a sus adversarios sin cruzar formalmente los umbrales de la guerra abierta. La ciberdefensa ya no es un asunto técnico: es cuestión de seguridad nacional y cohesión social.

La decisión sobre Nvidia muestra las contradicciones de la nueva Guerra Fría tecnológica: mientras se intenta contener a China, se le facilita el acceso a tecnología de punta a cambio de un peaje fiscal. La lógica reaganiana, que tan buenos resultados dio frente a la URSS, apostaba por estrangular, no por alimentar, las capacidades estratégicas del adversario.

La ley australiana sobre redes sociales plantea un debate de fondo: cómo proteger a los menores de la adicción, la propaganda extremista y el deterioro de la salud mental sin caer en un paternalismo estatal que cercene libertades innecesariamente. Aquí la clave no es oponer “libertad” a “protección”, sino diseñar reglas inteligentes que preserven ambas.

10. América Latina y la batalla cultural en los medios

Hechos

CNN y otros medios señalan un creciente aislamiento diplomático de Nicolás Maduro, tras cambios de gobierno en países caribeños tradicionalmente próximos al chavismo y una presión más clara de Estados Unidos y la Unión Europea. Bruselas ha reiterado su denuncia de la usurpación de la presidencia en Venezuela y ha señalado de nuevo a Cuba y Nicaragua como regímenes autoritarios con graves violaciones de derechos humanos.

Estudios recientes muestran una polarización creciente en la confianza ciudadana en los medios: sectores conservadores recuperan cierta confianza en canales como Fox News, mientras parte del público percibe a CNN, BBC y otros grandes medios como alineados con agendas identitarias y progresistas. Las redes sociales amplifican campañas sobre wokismo, identidad de género y memoria histórica, que terminan contaminando también los debates sobre seguridad y política exterior.

Implicaciones

La narrativa de “resistencia antiimperialista” del chavismo hace tiempo que quedó desenmascarada: es la coartada retórica de una mafia de Estado que vive del narcotráfico, del oro ilícito y de la represión sistemática. La estrategia debe combinar presión financiera y judicial selectiva sobre el círculo de Maduro, apoyo a la oposición democrática y respaldo a la diáspora que mantiene viva la causa de la libertad.

En el terreno mediático y cultural, el reto para una centroderecha liberal es doble: resistir tanto el relativismo posmoderno como el conspiracionismo cínico. Defender la igualdad real, la no discriminación y los derechos fundamentales no exige aceptar el discurso que demoniza la nación, la familia, la seguridad y el mérito. La batalla cultural importa porque de ella depende la voluntad de invertir en defensa, sostener alianzas y plantarse ante autócratas que sí creen en algo: en su propio poder.

III. RACK DE MEDIOS

  • NYT, Washington Post, CNN, BBC, Reuters, AP, AFP

    Doble foco en el plan de paz para Ucrania y en la consolidación del alto el fuego en Gaza. Se subraya el dilema moral y estratégico de aceptar una paz “imperfecta” que puede dejar demasiado espacio a Moscú y a Hamas, y el papel de Trump como arquitecto de marcos de paz que sus críticos temen que legitimen al agresor, pero que sus defensores presentan como única vía realista para detener la guerra.

  • WSJ, Financial Times, The Economist, medios económicos

    Mirada centrada en la “resiliencia frágil” de la economía mundial, la proximidad de nuevas decisiones de la Reserva Federal, el impacto de la rivalidad EE. UU.–China y la importancia de las inversiones tecnológicas en India. Rusia, China y Oriente Medio aparecen como “riesgos de cola” (tail risks) capaces de dar la vuelta al tablero en semanas.

  • Le Monde, Le Figaro, FAZ, Die Welt, Die Zeit, Corriere, La Tribune de Genève, DPA

    Preocupación por el equilibrio entre apoyo a Ucrania, cohesión interna de la UE y fatiga social por el coste de la guerra y la inflación. Se percibe un escepticismo creciente hacia la capacidad de liderazgo de Estados Unidos, pero sin alternativa real al paraguas atlántico.

  • Al-Jazeera, Al-Arabiya, Asharq al-Awsat, An-Nahar, Orient-Le Jour, medios israelíes (Haaretz, Yedioth Ahronoth, Israel Hayom, Jerusalem Post)

    Gran atención a la gestión del día después en Gaza: papel de Qatar y Egipto, presión interna sobre Netanyahu, temor a que Hamas vuelva a mutar bajo otra bandera y debate sobre el equilibrio entre seguridad israelí y dignidad palestina.

  • Times of India, Hindustan Times, Indian Express, WION, Yomiuri Shimbun, South China Morning Post, China Daily, Strait Times

    Cobertura extensa de la visita de Putin a India, la presión estadounidense para reducir la dependencia militar de Moscú y la gran apuesta de Amazon por el mercado indio. En Japón y el Sudeste Asiático, foco en las patrullas aéreas ruso-chinas y en el temor a una escalada accidental.

  • Clarín, El Mercurio, Reforma, medios venezolanos en el exilio

    Lectura de la ofensiva estadounidense contra las narcolanchas venezolanas como un cambio de fase frente al chavismo. Se insiste en el desgaste interno del régimen y en el impacto regional del éxodo venezolano, ligado a la inseguridad y la presión sobre servicios públicos en países receptores.

IV. SEMÁFORO DE RIESGOS

Región / Dossier

Nivel de riesgo

Comentario estratégico sintético

Ucrania – Negociaciones de paz y frente

🔴 Rojo

Riesgo máximo de que la prisa por “cerrar” el conflicto lleve a aceptar una paz que consolide la ocupación rusa y erosione la credibilidad de la OTAN y de la UE.

Gaza y Oriente Medio

🔴 Rojo

Alto el fuego frágil, Hamas intacto como aparato terrorista, niños en situación límite y posibilidad de activación de proxies iraníes en Líbano, Siria o Yemen.

Venezuela y Caribe

🔴 Rojo

Intensificación de operaciones contra narcolanchas y mayor aislamiento diplomático del chavismo; oportunidad estratégica, pero con riesgo de desbordamiento regional y nuevas oleadas migratorias.

Indo-Pacífico (Japón, AUKUS, China, ASEAN)

🟠 Ámbar alto

Patrullas conjuntas ruso-chinas, conflicto Tailandia–Camboya y avance de AUKUS: escenario de prueba de límites con riesgo de incidentes graves.

Guerra tecnológica y ciberseguridad

🟠 Ámbar

Ciberataques prorrusos, decisiones contradictorias sobre exportaciones de chips a China y regulación desigual de redes sociales. Riesgo estructural para infraestructuras críticas y equilibrio estratégico.

Economía mundial

🟠 Ámbar

“Resiliencia frágil”: crecimiento modesto, deuda elevada y fuerte dependencia de decisiones de bancos centrales y de la evolución de las crisis geopolíticas.

América Latina (eje chavismo–Cuba–Nicaragua)

🟠 Ámbar

Mayor presión internacional y aislamiento de las dictaduras, pero con capacidad de estas para reaccionar con represión interna y manipulación migratoria.

Batalla cultural y cohesión interna en Occidente

🟡 Amarillo

Polarización mediática y cultural que condiciona presupuestos de defensa, política exterior y capacidad de resistencia frente a autócratas.

V. COMENTARIO EDITORIAL ÚNICO

El día deja una impresión incómoda pero clarificadora: nunca se ha hablado tanto de “paz” mientras se normaliza que un Estado agresor aspire a quedarse con el territorio de su vecino y que una organización terrorista pretenda reciclarse en “actor político” tras masacrar civiles. Es la trampa del falso realismo: confundir la ausencia provisional de disparos con justicia, llamar “equilibrio” a la resignación y “madurez” a la claudicación.

El realismo serio sabe algo mucho más sencillo y duro: la paz duradera solo se construye cuando el agresor interioriza que no va a ganar nada con la fuerza. Mientras el Kremlin perciba que puede obtener concesiones territoriales a cambio de una firma, mientras Hamas y sus patronos en Teherán calculen que les compensa lanzar masacres para después sentarse a la mesa, mientras el chavismo entienda que el petróleo y la cocaína blindan su impunidad, cualquier “paz” será un simple paréntesis antes de la próxima crisis.

En este contexto, la política exterior de Trump ofrece luces y sombras que conviene analizar sin prejuicios ni sectarismo. Por un lado, su instinto transaccional le lleva a buscar acuerdos rápidos, como el plan de 20 puntos para Ucrania o la arquitectura de paz imperfecta en Gaza. Ahí está el riesgo: un exceso de prisa puede derivar en concesiones peligrosas. Pero sería intelectualmente deshonesto negar el mérito de una línea de acción que combina disuasión, presión económica y apoyo a aliados que luchan por su supervivencia, sin caer —al menos hasta ahora— en aventuras militares clásicas que sus bases no aceptarían.

Su mano dura contra el narco, el narcochavismo y los regímenes que lo protegen —Caracas, La Habana, Managua— va en la buena dirección, siempre que se eviten atajos legales, daños colaterales innecesarios y tentaciones aislacionistas que debilitarían el flanco atlántico. Una centroderecha liberal responsable puede y debe ser exigente con los riesgos de la agenda trumpiana, pero sería suicida regalar al populismo de izquierdas el monopolio de la crítica moral, cuando ese mismo populismo ha blanqueado durante décadas dictaduras, terrorismos y narco-regímenes.

La otra gran batalla se libra en el terreno de las ideas. Mientras Putin y Xi creen en su proyecto —autoritarismo tecnológico, control social, nacionalismo identitario—, en demasiadas universidades y platós occidentales se cuestionan los fundamentos de la democracia liberal que permite a esos críticos vivir, expresarse y prosperar. No se trata de negar las injusticias o desigualdades de nuestras sociedades, sino de recordar algo elemental: la economía de mercado regulada, el Estado social bien gestionado y el imperio de la ley han generado más libertad, prosperidad y dignidad humana que todos los experimentos revolucionarios y nacional-populistas juntos.

Europa y América no están condenadas a convertirse en comparsa de imperios autoritarios ni en museo moral de un orden liberal que ya no se creen. Pero para evitarlo necesitamos algo que no puede comprarse en ningún mercado: claridad moral, voluntad estratégica y confianza en nuestro propio proyecto de libertad. Esa es la vara de medir con la que debemos juzgar los planes de paz para Ucrania, los acuerdos sobre Gaza, la política hacia el narcochavismo y las decisiones sobre tecnología con China.

La pregunta de fondo es sencilla y brutal: ¿queremos simplemente unos meses de tranquilidad o aspiramos a reforzar el mundo de libertades que heredamos y que estamos obligados a legar, al menos igual de sólido, a quienes vienen detrás? La Historia no espera. Tampoco perdona a quienes renuncian a defender aquello que dicen es sagrado para una democracia avanzada.

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